«La manera característica de los pentecostales para concebir la acción divina genera problemáticas que son propias de un entendimiento del mundo como escindido de Dios. Desde una óptica pentecostal, el mundo siempre está animado por el Espíritu y preparado para una manifestación más intensa. Además, las acciones del Espíritu son entendidas en términos escatológicos y/o teleológicos como un adelanto de la venida del reino futuro de Cristo. A pesar de ello, estas interpretaciones operarían en un nivel distinto al de las explicaciones científicas, que no serían socavadas. En otras palabras, no habría una suerte de “solapamiento epistémico” entre las explicaciones naturalistas y el entendimiento pentecostal de la acción divina en el mundo natural».